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CREMA CHANTILLY

1/2 l. de nata líquida
5 cucharadas de azúcar en polvo
Los granos del interior de una rama de vainilla, una vez abierta en dos

1 hora antes de hacer el chantilly, metemos el bol en el congelador, para que esté bien helado antes de empezar a batir. La nata líquida también deberá estar bien fría. La podemos hacer con varillas y a mano o utilizar una batidora, siempre y cuando tenga regulador de velocidad y lógicamente tenga el accesorio de incorporarle unas varillas.
De una forma u otra, colocamos la nata en el bol helado y añadimos los granos rascados de vainilla. Comenzamos a batir vigorosamente, sin dejar de hacerlo en ningún momento y agitando la mezcla de forma que a la nata le vayan entrando moléculas de aire y vaya espesando, poco a poco. Cuando la nata está de la consistencia de un yogur batido, le añadimos el azúcar y seguimos dándole caña de forma que vaya espesando aún más y adquiriendo una apariencia mucho más esponjosa. No tenemos que perder de vista la crema chantilly que en ningún momento deberá adquirir un tono amarillento sino estar siempre de un color blanco inmaculado. Si el chantilly se pasa de batirlo mucho, se convierte en una crema pesada, sosa, amarillenta y de apariencia como la mantequilla, así que mucho ojo. El espesor será el adecuado para la preparación a la que se destine. Para un café irlandés, la crema chantilly tendrá un espesor cremoso, para que se deslice; si es para comer con fresas mucho más firme, para que sea esponjoso, etc.
Esta crema con nombre de guillotinado noble francés, es uno de los aderezos más socorridos y suculentos de la pastelería tradicional, a la que podemos echar mano para acompañar tartas, fruta asada o para acompañar cualquier fruta de temporada aparte de la fresas, cerezas, ciruelas, kakis, grosellas, frambuesas, moras, etc.

COMPOTA DE MANZANA, PERAS Y VAINILLA

6 manzanas
6 peras
10 cucharadas de agua
1 rama de vainilla abierta y rascados sus granos del interior
El zumo de 1 limón

Pelar las manzanas y trocearlas en pedazos irregulares, evitando el corazón interior. Pelar las peras, cortarlas en cuartos y eliminarles también las partes centrales que van desde la base hasta el tallo, más duras y llenas de pepitas. Meter toda la fruta pelada y troceada en una cazuela amplia, junto a las vainas de la vainilla, los granos extraídos de su interior y el agua. Taparla y a fuego suave, tenerla hasta que empiecen a surgir los borbotones, a partir de los cuales contaremos aproximadamente 20 minutos. Retirarla del fuego y añadirle el zumo de limón. Dejarla enfriar.
Las vainas de vainilla, se recuperarán y una vez bien secas podremos volver a utilizarlas unas ocasiones más, para aromatizar otras compotas o frutas cocinadas al fuego. Acompañarla aún tibia o fría con yogur o queso fresco.

VAINILLA, CÓMO EMPLEARLA

La vainilla es una especia especial, ardiente. Las mejores son las de tamaño grueso y largas, de unos veinte centímetros. Es difícil encontrarlas en los grandes supermercados puesto que cuestan mucho dinero. Si están secas, rotas o no pringan al cogerlas con la mano, mal asunto. Viene de países tropicales, Hawaii, Madagascar, Méjico, etc.
Ha de estar húmeda y mullida al cogerla entre los dedos, sinónimo de que albergará en su interior cientos de granitos negros, su verdadera esencia. Para utilizarlos, abrirla en todo lo largo y extraerlos delicadamente con la punta de un cuchillo, para liberarlos y poder incorporarlos junto a la vaina a la preparación leche, nata, aceite, pasta o crema.
Nunca someterla a fuertes hervores y dejarla en infusión, reposando el mayor tiempo posible. Recuperar siempre la vaina ya que una vez lavada y seca podrá, aunque con mucho menos fuerza, aromatizar tarros de azúcar y otras preparaciones.

GRANIZADO DE CAVA

1 rama de vainilla abierta y rascada
La piel rallada de 1/2 naranja
1/4 l. de agua
300 g de azúcar
1 botella de cava

En una cacerola, hervir el agua con el azúcar y el cava. Nada más surgido el hervor, añadir la ralladura y la vainilla. Retirar del fuego, dejar enfriar y colar en una bandeja ancha y con cierta altura para que no se desborde. Introducirla en el congelador. Después de unas 12 horas, sacar la bandeja y rascar la superficie con las púas de un tenedor de forma que obtengamos un granizado abundante que podremos utilizar, antes de que se derrita, de muchas formas. Por ejemplo, sobre fruta pelada y preparada, en copas, o sobre cualquier helado cremoso que sirvamos en bolas, con una macedonia, etc.