80 g de mantequilla
1 cucharada de azúcar
1 vaso de agua
1 pizca de sal
200 g de harina
5 huevos
En un cazo se pone al fuego el agua, la mantequilla, la sal y el azúcar. Cuando rompe el hervor, añadimos de golpe la harina y vamos mezclando con una cuchara y trabajando al fuego hasta que conseguimos una masa que se despega fácilmente del cazo. Se retira del fuego y se deja enfriar un rato en la misma cazuela. Cuando la masa está templada, se van echando los huevos uno a uno, enteros sin batirlos previamente. No hay que echar un huevo hasta que el anterior se ha integrado en la mezcla perfectamente. Uno tras otro.
Ponemos aceite de oliva en una sartén, abundante, y con una cuchara mojada en aceite, para que no se pegue la masa, vamos pellizcando porciones del tamaño de una nuez y echándolas en el aceite humeante, para que se frían homogéneamente. Hay quienes echan una cáscara de limón al aceite para que aromaticen. Vamos friendo los buñuelos y los vamos escurriendo.
Cuando están templados, los abrimos por un costado con unas tijeras, les retiramos un pellizco de masa del interior para que quepa el relleno que les introducimos.
Si no los vamos a rellenar, bien calientes, los espolvoreamos de azúcar en polvo y canela y los servimos.