Para cuando no apetece fregar y un bocata de jamón apedrea nuestra mente. Colocamos dos capas de papel de cocina sobre un plato llano. Sobre el mismo papel, estiramos las lonchas finas de jamón, sin importar que se monten unas sobre otras. Cubrimos con otras dos capas de papel e introducimos el plato a máxima potencia (650 w.) hasta que veamos que empieza a hacer ¡crisp, crisp! y comienza a ponerse tostadito.
El sobrante de grasa se queda en el papel en vez de en nuestros michelines, el jamón se queda calentito y frito y hacemos un bocata de campeonato, por ejemplo. Si añadimos unas lonchas de queso al pan, se funde por el calor y ya esto es el no da más. Y sin manchar más que el plato que puede ir directamente al lavavajillas y lo perdemos así de vista. Sin fregar, claro.
JAMÓN, CÓMO FREÍR EN EL MICROONDAS
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