HUEVO, CÓMO FRÉIR

Parece fácil, lo es con el hábito y la disciplina. Freírlo bien es algo mágico, la satisfacción de comerse un huevo frito inmaculado es algo irrepetible. Pocos lo saben hacer bien. Es una danza que no acostumbra a verse bien ejecutada en muchas cocinas.
Lo primero importante es hacerlo en un recipiente estrecho y alto, mejor que en una sartén. Con abundante aceite de oliva, que arrimaremos a fuego muy fuerte, lógicamente sin darle tiempo a que se queme y humee. Los huevos los cascamos de uno en uno en una taza, deslizándolos al aceite muy caliente desde una altura prudencial, para que no nos salpiquemos y acabemos en la Cruz Roja. Los más diestros podrán hacerlo directamente cascando el huevo sobre el aceite. Antes de voltearlos o tocarlos con la espumadera, la sumergiremos en el aceite para que se caliente y no nos ocurra la fatalidad de que de repente el huevo frito esplendoroso se nos queda pegado a ella y no hay dios que lo separe, sin poder remediar que la yema se reviente. Así que antes de tocar el huevo con la espumadera, le damos a este artilugio un baño en el aceite hirviendo para que podamos rescatar el huevo frito. Si queda con puntilla de “encaje de bolillos”, mejor que mejor. Ya fuera del fuego, lo sazonamos generosamente y lo escoltamos con lo que nos apetezca o se nos antoje, unos pimientos, patatas, beicon frito, chorizos o txistorritas. Amén.

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