Si este recetario se sale de lo común, es precisamente por fijarse en los pequeños detalles. Al igual que para elaborar un caldo o un guiso, hay metodologías básicas al margen del buen gusto, no podemos pasar por alto la importancia de aliñar bien una ensalada. Realizar mal esta sencilla operación desvirtúa y tira por la borda todo el trabajo previo realizado, limpiando lechugas, pelando tomates, abriendo latas, etc.
Las ensaladas hay que menearlas, embadurnarlas uniformemente para que cobren vida y sepan a algo. El hilito de aceite sobre el montón, moja cuatro hojas y aliña fatal.
Los boles han de ser muy amplios y bien profundos. Nunca utilizar recipientes calientes si vamos a aliñar hojas o brotes, se recocerían y tomarían aspecto apagado. Introducir en él los ingredientes a aliñar. Bien escurridos si los hemos lavado, desprovistos de humedad si se han cocido con antelación (remolacha, patata, etc).
La mejor herramienta para remover son las manos o los cubiertos de madera. Verter el aliño cuidadosamente muy poco a poco y sin dejar de dar vueltas. Las hojas han de quedar impregnadas uniformemente y no nadar en excesos de vinagreta, que vuelven las ensaladas pesadas y mustias. Al final probar el sazonamiento y rectificar si hiciera falta con sal o pimienta recién molida.
Cuando hacemos una ensalada en la que intervienen ingredientes más pesados (bonito, legumbres, patata, aceitunas, zanahoria rallada, etc) y lechugas más frágiles es muy importante añadir primero al bol los primeros, aliñarlos ligeramente y en último lugar colocar encima las hojas más delicadas, rociándolas con más aliño. Así no se aplastan y cada uno se sirve de abajo arriba los tropezones con sus respectivas hojas.
ENSALADA, CÓMO ALIÑAR BIEN
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