300 g de mantequilla
300 g de azúcar en polvo
120 g de harina
120 g de almendra en polvo
425 g de claras de huevo
4 cucharadas de miel
Meter la mantequilla en una cacerola y arrimarla a fuego suave para que vaya fundiendo. Progresivamente, vamos subiendo la intensidad y comprobando como la mantequilla además de derretirse va adquiriendo una tonalidad tostada, de color marrón. Es lo que se llama mantequilla avellana. Cuando la mantequilla desprende un apetitoso olor a avellana, entonces la vertemos sobre un bol fuera del fuego para detener la cocción, dejando que se enfríe.
Tamizar a la vez la harina y el azúcar en polvo. Incorporarle la almendra en polvo.
Montar las claras ligeramente en un bol. Añadirles la mezcla harina-azúcar-almendras y batir con unas varillas para que se mezclen perfectamente. Incorporar la mantequilla fundida y la miel. Mezclar bien la masa.
Con una cuchara ir rellenando moldes de magdalena a poder ser ovalados y de metal, como si fueran conchas grandes. Los colocamos en una bandeja y los metemos en la nevera 1 hora para que repose la masa. Calentar el horno a 190º c., introducir las magdalenas en el horno y dejarlas al menos 15-20 minutos hasta que se doren ligeramente. Para saber si están, las pinchamos con una aguja y ésta debe salir sin rastro de masa, limpia.
Las desmoldamos y las podemos mantener en una caja herméticamente cerradas al menos unos 2 días.