10 patatas grandes
1 pizca de aceite de oliva
2 cabezas de ajos con piel
1 rama de tomillo
150 g de mantequilla
Sal
Pelamos las patatas y las cortamos en gajos gruesos, a lo largo. Cada patata la cortaremos más o menos, dependiendo del grosor, en unos 8 gajos. Las pasamos por agua, para eliminarles el almidón y las secamos. En una sartén muy caliente, añadimos una pizca de aceite de oliva y las salteamos a fuego muy vivo, justo para colorearlas, puesto que las haremos en el horno más tarde. Bien tostadas, pero duras en su interior, las colocamos en una fuente que pueda ir al horno, sazonándolas y añadiéndoles por encima los dientes sueltos de las dos cabezas, con su piel, la rama de tomillo y la mantequilla en dados. Es importante que todas las patatas toquen el fondo de la fuente, que no estén amontonadas, para que el asado sea perfecto.
Hornearlas a 200º durante 30 minutos, rociándolas a mitad de cocción con la grasa, ayudándonos con una cuchara. Las retiramos, las dejamos templar y las comemos como guarnición de un asado por ejemplo. También una vez fuera del fuego, las podemos espolvorear con perejil toscamente picado.
Se dejan templar para que absorban la mantequilla del asado y estén jugosas. Se pueden servir en la misma fuente de asado, rescatando la pulpa de los ajos asados para acompañarlas.