3/4 Kg. de cebollas cortadas en tiras
1 diente de ajo picado
1 cucharada de mantequilla
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharada sopera rasa de harina
1 l. de caldo de carne muy sabroso (podemos reforzarlo con pastilla de caldo concentrado)
8 rebanadas gruesas de pan untadas con ajo
4 puñados grandes de queso rallado tipo “gruyère” o de Idiazabal muy joven
Sal y pimienta
En una cazuela muy amplia, añadimos las cebollas, el ajo, la mantequilla, el aceite y una pizca de sal. A fuego muy suave, no dejamos de dar vueltas, de forma que la verdura se vuelva tierna, pero sin coger color. Lo hacemos con la tapa puesta y estando muy atentos, durante al menos 45 minutos. Pasados, añadimos la harina y dejamos que se cocine dando vueltas otros 5 minutos más, teniendo cuidado de que no se agarre. En ese momento, mojamos con el caldo de carne caliente y si acaso con la pastilla. Si mojamos sólo con agua, debemos incrementar la cantidad de caldo concentrado en pastilla. Salpimentar y dejar que hierva el conjunto suavemente por espacio de unos 30 minutos, sin tapar. Rectificamos el sazonamiento si es necesario.
Ahora tenemos dos opciones. O volcar todo el conjunto en una sopera individual grande o en cuatro soperas pequeñas de ración (de unos 250 cc. de capacidad cada una), lo dejamos a vuestra elección. Han de ser soperas que resistan el calor de un horneado.
Sobre la sopa colocamos las rebanadas de pan untadas con ajo y espolvoreamos con el queso rallado. Terminamos la cocción de la sopa en un horno a 200º, dejando que la superficie forme una costra gratinada y por acción del calor las rebanadas de pan queden bien embebidas de sopa. Servir.