1 Kg. de endrinas frescas bien maduras
3 l. de anís especial para patxarán
Unos granos de café
Lavar bien las endrinas en agua, secarlas y meterlas en una garrafa amplia, vertiendo encima el anís y el café, dejándolo tapado unos 3 meses, moviéndolo de vez en cuando para que los aromas y el color se repartan uniformemente.
Vimos cómo una abuela de El Espinal, contaba una a una las endrinas hasta cien, por cada botella de litro que elaboraba. Lo decimos por si aguien no sabe qué hacer los sábados por la tarde, a partir de mediados de Septiembre que es cuando el Prunnus spinosa comienza a estar en su punto de maduración por estos pagos. Por cierto, el nombre Pacharán viene de Basaran (basoko aran), ciruela silvestre.
Dependerá del gusto y la paciencia de cada uno el dejar el pacharán más o menos tiempo macerando, es cuestión de cogerle el punto. Algunos añaden además una pizca de canela en rama, alguna cáscara de limón o incluso de naranja.
No conviene dejar macerando mucho tiempo para que el patxarán no se oscurezca demasiado y porque a partir de los seis meses, el hueso de la fruta puede ir soltando algunas partículas tóxicas. Hay que filtrar el resultado, para dejarlo limpio y sin turbiedades. Con las futas maceradas que nos sobran, podemos hacer una mermelada estupenda. Tampoco conviene dejar envejecer mucho el pacharán, pues pierde color y sobretodo sabor afrutado.
Es mejor beberlo bien fresco o con unos trozos de hielo y acordarse de que a pesar de su sabor dulzón y tontorrón, el exceso produce mangas inolvidables. Tras la resaca de pacharán, uno es capaz de beber pis de mono antes que echar un trago de tan delicioso licor traicionero. Lo decimos por experiencia.