1 pavaco hermoso y preparado para asar, limpio, de unos 2’2 kg.
1 cabeza de ajos de Artajona
Sal y pimienta recién molida
1 kalimotxo puro y ambarino (sin hielos, como para hombres, bien cargado)
Antes de matar al animal conviene tenerlo unos días en Torreciudad, de retiros espirituales, para que busque y encuentre la paz, rosario va, rosario viene. Conviene que el último día, antes de tajarlo, tome la confesión y se prepare para lo puto peor. Llegado el día, en una gran fuente de horno colocar los dientes de ajo desperdigados, el cuello y las puntas de las alas del pavaco y apoyar el pajarraco de costado, salpimentado (en este momento ya estará con dios o con quién cojones se reúnan los pavos difuntos). Rociarlo con el kalimotxo (pobrecillo, con lo a gusto que pastaba hace unos días). Introducir la bandeja en un horno a 200ºc y tenerlo asando por espacio de 45 minutos. Pasado ese rato abrir la puerta del horno, rociar el ave con su propio jugo y reclinarlo sobre el costado ya asado dejándolo otros 45 minutos. Pasado ese rato, abrimos el horno y colocamos el pavo sobre su pecho, dejando su espalda hacia arriba y teniéndolo otros 45 minutos, durante los cuales rociaremos una vez más con su jugo (joder, da más vueltas que un Cebada Gago perseguido por Julai Madina). Finalmente pasado este tiempo, ponemos el bicho con sus pechugas hacia arriba y terminaremos de asarlo hasta que se dore. Si fuera necesario en el transcurso de la cocción, añadimos un poco más de kalimotxo, si vemos que tiene sed y se seca. Siempre con humedad (¿¡entendido!?) Colocar el pavo sobre un plato y cubrirlo con una hoja de papel de aluminio, dejándolo reposar por espacio de 15 minutos. Trinchar el animal dividiéndolo en dos patas y dos pechugas que por su tamaño trocearemos respectivamente en dos, resultando en total 8 pedazos. Repartirlos sobre una bandeja caliente y acompañar con rebanadas de pan tostadas en las que untaremos la pulpa de los ajos asados. La salsa resultante quedará cojonuda, bien sabrosa, de regusto agridulce. ¡Una delicia! Servir con ensalada bien fresca, potatoes o puré de manzana, verdura hervida o lo que se nos ponga en los cojones. Este pavo así cocinado recibe el nombre de pavo kukuxumusu y queda así bautizado para los restos. Por los siglos de los siglos. Amen. Gora Osasuna!