Cuando nos damos un paseo por el campo es inevitable llegar a casa además de con palos de formas extrañas, cantos rodados y alguna rama para meter en un florero, con hierbas aromáticas (romero, tomillo, laurel, ajedrea, espliego, hierbaluisa, etc.).
Metemos entonces las hierbas por grupos en bolsas transparentes de las que utilizamos para meter al congelador. Las cerramos bien y las colgamos, atadas de los tallos o mejor, deshojadas, en una esquina de la cocina o en un lugar oscuro, seco y al abrigo de la luz fuerte. Las podemos dejar así unas semanas, hasta que las podamos utilizar para hacer una infusión, desperdigarlas en un asado o emplearlas en una crema. La ventaja de secarlas herméticamente embaladas es que no se pierde el aroma ni se llenan de polvo.
HIERBAS AROMÁTICAS, CÓMO SECAR
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