Si las compramos en algún obrador de confianza o las hacemos nosotros, tendremos que evitar que se humedezcan, pues si se fríen así, el desastre será terrible. Normalmente las de obrador suelen estar húmedas. Al llegar a casa suele ser mejor volver a pasarlas por pan rallado para que la fritura sea un éxito. De una forma u otra, las guardamos en cajas herméticas recubierto su fondo con papel absorbente para que la humedad no nos juegue un mala pasada. Si se almacenan mucho tiempo, hacer también lo antes indicado, cogerán humedad y será conveniente volver a pasarlas por pan rallado.
Para freírlas, aceite abundante y muy caliente, las sumergimos y las volteamos delicadamente para que se frían por todos sus costados, sin sacarlas del aceite hasta que estén bien doradas. Cuando se fríen en freidora tenemos la costumbre de sacarlas del aceite aún blancas y volverlas a meter, como con indecisión. Esto también hace muchas veces que se revienten. Si las freímos en cestillo no hay que tener miedo, cuando una croqueta está dorada, sale a la superficie pidiendo socorro y advirtiendo que ya está lista para ser jamada.
Y si se revientan, pues es una faena, pero con experiencia al final uno acaba por cogerle el punto a esto de la fritura.
CROQUETAS, CÓMO FREÍR
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