1 melón hermoso, bien dulce y sabroso
Partimos el melón en dos, pelando una de las mitades. La otra la guardamos bien envuelta en la nevera. La mitad pelada, la partimos en pedazos gruesos, de un tamaño cómodo como para que entren por la boca de una licuadora de fruta, para hacer zumo. La licuamos y el zumo resultante lo ponemos en una bandeja ancha y con altura y la introducimos en el congelador, al menos unas 12 horas, para que quede el zumo duro como una piedra.
El día que comemos este postre, pelamos la otra mitad del melón y lo partimos en dados pequeños, de un tamaño como para que nos entre en la boca. Metemos estos pedazos en varios boles pequeños y en la nevera, bien tapados, para que se refresquen. 1 minuto antes de servirlo, sacamos la bandeja congelada de zumo de melón y con ayuda de las púas de un tenedor, rascamos la superficie provocando que el zumo se convierta en un granizado fresco y abundante. Rápidamente colocamos este granizado sobre el melón, en los boles, haciendo un montículo que se desmorone por los costados y lo servimos colocando en la punta unas hojas de menta fresca. Si lo acompañamos con un helado de plátano, limón o de naranja o del gusto que nos apetezca, el postre es alucinante. Fácil y muy fresco.